21 diciembre, 2005

Capítulo 1: ¿De qué va esta bitácora?

En hEteROdoXiA escribiré sobre el caos, el orden y la gestión de proyectos.
Es decir, sobre todo.
Pues, como en el Aleph, todo está ahí. Todas las grandes filosofías, las grandes ideologías, cualquier teoría social, humanista o materialista, son en el fondo un intento de entender el orden, el caos, y las transiciones entre ambos estados.
No es una afirmación evidente, lo se, pero habrá tiempo para explicarlo. Dejadme empezar con una historia:

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El primer proyecto del que hay constancia escrita está narrado en los primeros capítulos del Genesis.

Cuenta la Biblia que en un principio era el Caos, y aquello no gustaba a Dios, que puso en marcha un proyecto para poner algo de Orden.

Nos dicen que la planificación era perfecta: Seis días, con uno de margen para imprevistos (Cuentan que la planificación detallada con que se ejecutó el proyecto desde buen principio permitió que el septimo día quedara libre, lo que instituyó, afortunadamente, la institución del domingo. El primer gran logro de la planificación de proyectos.)

Cada día se dedicó a una cosa: primero la luz, luego los planetas, los vegetales, los bichos, etc. Una cosa detrás de otra, como debe ser. Descomponiendo los problemas complejos en problemas más simples y que se puedan gestionar individualmente. Yavhee, en esto, fue cartesiano avant la lettre.

La gestión del proyecto, insistimos, fue exitosa. Es cierto que el mantenimiento no estaba muy bien previsto, y así va todo, pero para ser la primera vez, muy bien, la verdad.

Ahora dejadme que os desengañe: Lo anterior es falso.

En serio, todo mentira.

Nos ha llegado así, parece ser, para que creamos que las cosas estaban planificadas de este modo, que hubo un diseño, que cada arbolito, cada jirafa, cada parásito intestinal, estaban previstos en los planes o, cuando menos, identificados como riesgos.

Nos han querido hacer creer que en seis días se acabó el proyecto, pero me consta que se tardó más.

(En Estados Unidos hay ahora una gran discusión al respecto. Quienes defienden que el proyecto ha salido según las especificaciones iniciales y en el tiempo previsto se llaman a si mismos ls defensores del Diseño Inteligente. Antes se les llamaba creacionistas, pero tuvieron que recubrir sus pretensiones con una manto de pseudociencia para poder ser tomados en serio, pero esa es otra historia.)

La verdad, si quereis creerme, es que el proyecto tardó en llevarse a cabo millones y millones de años, mucho más de los seis días previstos.

La Biblia, también en el Genesis, nos habla poco despues de otro gran proyecto, esta vez emprendido ya por los hombres, a quien se les puso en la cabeza edificar una torre tan alta que llegara hasta el cielo. Al no gozar estos de la omnipotencia del anterior jefe de proyecto, tuvieron que recurrir a la colaboración y la cooperación, y para ello el lenguaje les fue de perlas.

Nos paramos poco a pensar en la importancia de que cada cosa tenga un nombre, lo damos por descontado. pero desde Babel eso no está tan claro.

Sea por envidia o por que los ruidos de las obras le molestaban en su despacho, Yavhe quiso poner fin al dichoso proyecto, y puso en marcha, por primera vez, una estrategia utilizada desde entonces por todo tipo de calamares de dos patas: confundir las palabras, retorcer los significados, llamar a las cosas con nombres distintos de los que tienen para que nadie se entienda, para que mi arriba no sea tu arriba, ni mi tiempo sea tu tiempo.

Le salió de narices, pues aquello fue un desastre. A diferencia del primer proyecto, el de los seis días, este quedó inacabado, pues no había Cristo (avant la lettre, aussi) que se entendiera. Y es que para los grandes proyectos, los meros humanos no sirven, hay que ser Dios.
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¿Tiene todo esto algo que ver con algo?

Y aun con algos, que diría Sancho.

Paciencia, que todo llegará.
Capítulo 1: ¿De qué va esta bitácora?

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